domingo, 23 de noviembre de 2008

El cambio climático contra los más desfavorecidos

El cambio climático se ciega con los más desfavorecidos

¿Cuántas veces hemos escuchado que las crisis climáticas, las sequías, las inundaciones y las tormentas, se volverán cada vez más frecuentes e intensas debido al cambio climático?

Es la aciaga realidad; este cambio no hará más que exacerbar los impactos sobre los más desfavorecidos y, será, sin duda alguna, el mejor catalizador para la pobreza y la desigualdad. El mundo avanza hacía un punto de inflexión que podría dejar a los más vulnerables enfrentados a la malnutrición, a amenazas ecológicas devastadoras, y a nuevos riesgos emergentes para la salud.

Los cambios en los patrones de precipitaciones, la exposición a largos períodos de sequía, así como, la inflación alimentaria de los productos de primera necesidad, han provocado el desplome del sistema agrícola en gran parte del mundo, situación que dejará a unos 600 millones de personas en riesgo de desnutrición.

Las zonas semiáridas del África subsahariana, donde se encuentra la mayor concentración de pobreza del mundo, se enfrenta a posibles pérdidas de productividad del 26 por ciento de aquí al año 2060.
De aquí a 2080, a unos 1.800 millones de personas más les faltará agua y grandes zonas de Asia meridional y el norte de China se enfrentarán a una grave crisis ecológica como resultado del repliegue de los glaciares y los cambios en los patrones de precipitaciones.
Más de 70 millones de bengalíes, 22 millones de vietnamitas y seis millones de egipcios podrían verse afectados por inundaciones relacionadas con el calentamiento global. Unas perspectivas, sin duda convulsa, nada halagüeña.

El aumento de las emisiones de carbono deja una de las huellas ecológicas más profundas. Según los últimos informes de las Naciones Unidas, los países desarrollados deberán reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero en por lo menos 80 por ciento de aquí a 2050 y en 30 por ciento antes de 2020. Los países en vías de desarrollo deberán reducir sus emisiones en 20 por ciento de aquí a 2050. Pero las previsiones no son tan optimistas, según los últimos estudios, se prevén aumentos de un 50 por ciento en las emisiones de CO2 de aquí al año 2030, un resultado peligroso.

Entre las políticas energéticas y la seguridad climática que propone la ONU, se encuentran apoyar el desarrollo de suministro de energía con bajos niveles de emisiones de carbono y la fijación de precios a las emisiones de carbono, los llamados “eco-tributos”,que permitirían llevar a cabo sistemas de protección contra el cambio así como un mayor apoyo internacional para la formación de capacidades en los países subdesarrollados, en la vigilancia del clima y el mejor acceso público a información meteorológica.

Estas infaustas previsiones no son un llamamiento a la desesperación, sino a la acción .
Más prosperidad y seguridad climática no son objetivos contradictorios

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